miércoles, 31 de octubre de 2007

A traición

Crítica de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford.


Sea o no fiel a lo que en realidad ocurrió, lo cierto es que la película de Andrew Dominik sigue al pie de la letra el camino marcado por su título, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Así, no es otra cosa que la historia de cómo se gestó la muerte del afamado bandolero. Sin embargo, y pese a que el descriptivo nombre de la película ya deja entrever a los espectadores más avispados que el pistolero no será el protagonista absoluto, resulta un tanto frustrante el hecho de que éste se vea, en la mayoría de los casos, relegado a un segundo plano para centrar el objetivo de la cámara en el insípido Robert Ford (Cassey Aflleck).

Un avejentado Brad Pitt deja paso al aniñado Cassey Affleck. Y éste, por su parte, no logra ser más que un calco de su hermano mayor, al que ha copiado todos sus insoportables ticks y les ha añadido alguno de cosecha propia. La actuación del pequeño de la saga (tan en boga ahora) se resume en la frase dicha al comienzo de la película por Frank James: “Cuanto más hablas más grima me das”. Quizá sea ésa su intención. Al fin y al cabo interpreta a un fanático e insignificante adolescente tardío que acaba de conocer al objeto de su devoción.

Pero, interpretaciones a un lado, lo que falla realmente en El asesinato de Jesse James… es el planteamiento. Una película que cuenta con cerca de tres horas de duración debería haber hecho del ritmo su mejor arma. Sin embargo, Dominik se pierde en largas secuencias preciosistas, diálogos escasos y un compás de espera al que muy pocos están dispuestos a entregarse. No se trata de que haya acción por el mero hecho de haberla (algo que se echa de menos en una película cuyos protagonistas son ladrones de trenes y bancos) sino de que la historia no muera en el título. Con un final predecible, el planteamiento y el nudo se convierten aquí en un mero trámite para llegar a él. Traicionando así una de las reglas básicas del cine: captar la atención del público y mantenerla hasta el último plano.

El único acierto con el que cuenta El asesinato de Jesse James… es el seguimiento tan de cerca que se hace de la psicología del personaje de Bob y al que se le podía haber sacado mucho más provecho. Cómo pasa de ser un fan incondicional a estar dispuesto a vender al jefe de la banda. Y todo porque se rió de su estúpida fijación con él. Al final, lo que queda es el retrato de un Jesse James caído en desgracia, que dio la espalada a todos y confío en la persona menos indicada. Eso y un cobarde Bob que buscaba la gloria y se convirtió en el hombre de paja. (M. J. Arias)

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