martes, 25 de marzo de 2008

El cine español se queda huérfano

Quedaban muy pocos como él y, desde este lunes, uno menos respira entre nosotros. Rafael Azcona, sin duda el guionista más carismático del cine español, moría a los 81 años de edad dejando tras de sí un halo de tristeza. Dicen los que tuvieron la gran suerte de conocerle y trabajar con él que era un tipo carismático, símpatico e, incluso, gracioso. Ellos ya no podrán disfrutar más de su compañía, porque un cáncer de púlmón (¡maldita enfermedad!) se lo llevo. No podrán estar más con él, pero sí podrán disfrutar, como hemos hecho y seguiremos haciendo el resto, de su amplio legado. Películas memorables que dicen mucho de cómo era el guionista de los guionistas.

Su meta no era el cine, pero llegó a ella para hacerse grande. De la mano de Marco Ferreti triunfó con El Pisito y después llegaría El cochecito. Dos clásicos de una España sumida en la dictadura que necesitaba una forma de huir de la triste realidad. Él se la dio. Dijo una vez que su función era la de escribir cosas graciosas sobre cosas tristes y lo consiguió. Supo hacer bien su trabajo y fue reconocido por ello. Siete Goyas (el último a toda su carrera en 1998) y el Premio Nacional de Cinematografía (1982) así lo avalan. Se fue, pero ahora ya puede descansar en paz. La enfermedad se lo llevó, pero nos dejó sus historias rodadas y escritas. Con ellas no puede.

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