lunes, 20 de abril de 2009

Un buen final lo es todo

Crítica de The International (Dinero en la sombra).

Aristóteles decía que la trama debía estar compuesta por un planteamiento, un nudo y un desenlace y que todos ellos tenían que estar conectados de tal forma que si se extraía uno la historia dejaba de tener sentido. Lo que se le olvidó precisar al erudito griego fue que cada uno de los componentes de la trama, además de estar unidos, debían ser buenos, porque si no la tragedia (película en este caso) falla y queda tan incompleta como si le faltase uno de sus ingredientes principales. Y precisamente ése es el pecado cometido por The International o, como se ha traducido en España, Dinero en la sombra. Empieza muy bien, tiene un desarrollo aceptable y acaba dando pena.

Una alianza entre la fiscalía de Nueva York y la INTERPOL lleva dos años investigando la supuesta trama de corrupción que se esconde detrás de uno de los bancos más poderosos del mundo, con sede en Luxemburgo y que estaría traficando con armas ligeras para alimentar sus más oscuros intereses. Al frente de todo, un banquero con muy pocos escrúpulos, Jonas Skarssen (Ulrich Thomsen). Y persiguiéndole a él y sus secuaces, el torturado ex agente de Scotland Yard Louis Salinger (Clive Owen) y la siempre ética Eleanor Whitman (Naomi Watts). Un equipo formado exclusivamente para destapar las oscuras intenciones del banco y que se recorrerá medio mundo persiguiendo su objetivo, aunque para ello tengan que cruzar los límites marcados por la ley y el protocolo internacional.

La historia es la de un thriller más que se va desinflando a medida que avanza y que termina con un final frío y sin sentido al que podrían buscársele segundas lecturas pero que sería una auténtica pérdida de tiempo. Una lástima que Tom Tykwer se haya empeñado en hacer una especie de caso a lo Jason Bourne sin Jason Bourne. No hay más que cambiar al banco por la CIA y ya tenemos un capítulo más de la historia escrita por Robert Ludlum. Es decir, que si lo que se quería era hacer una película en la que la función del personaje principal era perseguir a los malos por medio mundo para desmantelar un complot internacional contra el orden mundial, lo mejor hubiese sido que el encargado de hacerlo hubiera sido un ex agente de la CIA, que siempre estará mejor preparado (lo hemos visto en el cine una y otra vez) que uno de Scotland Yard. Además, todo sea dicho de paso, Owen ya no tiene ni la edad ni el tipo como para andar persiguiendo banqueros por los tejados turcos. Eso sí, la gabardina le sienta como un guante.

Aunque, siendo justos, The International tiene sus cosas buenas. Está muy bien hecha (el tiroteo en el Guggenheim tiene su punto). Mantiene el ritmo de la acción, aunque se eche de menos alguna que otra pelea más allá de las dialécticas. La fotografía es impecable. Las localizaciones, un auténtico paseo turístico por Milán, el lago Isseo, Estambul, Berlín y un pedazo de Nueva York. No quedan flecos sueltos tras la resolución, pese a que sea un fraude. Y los actores están estupendos en su papel: Clive Owen como agente con un pasado un tanto oscuro que no resulta ser otra cosa que la ingenuidad de haber caído en una trampa y Naomi Watts como comparsa maternal (que se olviden aquellos que quieran ver más allá de una caricia entre los protagonistas). Es lo que hay. (M. J. Arias).

The International

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