miércoles, 24 de junio de 2009

Magia y aventuras de tinta y papel

Crítica de Corazón de Tinta.

Formar parte de la historia que se está leyendo o vivir en los mundos a los que uno mismo dio vida con la escritura es el sueño tanto de lectores como de escritores. Dos maneras de vivir la literatura que en Corazón de Tinta encuentran la forma de hacerse realidad. Pero hay que tener cuidado con lo que se desea, porque para entrar dentro de esas historias que se esconden entre las páginas de un libro alguien tiene que ocupar nuestro lugar fuera. Y puede que las consecuencias sean terribles. Eso es lo que les ocurre a Mortimer (Brendan Fraser) y su familia. Él es un Pico de Oro. Tiene el don de convertir en real lo que lee en voz alta. Un don peligroso que le lleva a perder a su mujer entre las página de Corazón de Tinta, un volumen del que ha escapado el malvado Capricornio y en el que ahora su esposa se encuentra cautiva. Con la ayuda de su hija, una vieja tía y el personaje de tinta y papel, Dustfinge (Paul Bettany), Mor tendrá que restaurar el equilibro quebrantado hace nueve años.

Corazón de tinta es un auténtico paseo por la imaginación, por esos mundos de fantasía recreados en los libros y en los que todo niño se ha perdido leyendo o escuchando los cuentos de Caperucita, Hansel y Gretel, La Cenicienta y tantos otros. Personajes de la realidad y de la ficción conviven en esta película pensada para los más jóvenes y que cuenta la historia a la inversa de cómo lo hizo La Historia Interminable. En Corazón de Tinta, leer no implica adentrarse en la trama, sino que ésta cobre vida y se apodere de nuestra realidad. Y como en el ya clásico de Michael Ende, aquí también hay monstruos mágicos y temibles, pero prestados. El cocodrilo de Peter Pan, los monos con alas de El Mago de Oz, Toto… Todos ellos atrezzo de una historia en la que prima la imaginación.

Ver esta película es como leer el propio libro. Como si alguien introdujese al espectador en un mundo fantástico en el que los malos son muy malos, los buenos muy buenos y al final cada uno recibe su merecido. Un mundo justo que ayuda a salir de la cruda realidad del día a día. Pensado para niños, los más pequeños de la casa pueden encontrar con esta película ese empujón a la lectura que tanto necesitan los niños de ahora. Porque si algo predica Corazón de Tinta es el placer de la lectura, el de recrear y adecuar a la imaginación de cada uno ese mundo fantástico que alguien creo con su escritura.

Iain Softley dirige una historia redonda en la que se cumplen todos los presupuestos que se le exigen a un verdadero cuento fantástico. Hay héroes, Mortimer (Brendan Fraser) y su hija Meggie (Eliza Bennett). Malos retorcidos y oscuros, Capricornio (Andy Serkis), que cuentan con una panda de inútiles por secuaces. Y dos ayudantes opuestos para los protagonistas. De un lado, el tibio Dustfinger (Paul Bettany), que no sabe por que bando decantarse, si por el suyo propio o por el de los nobles protagonistas. Por otro, la vieja tía abuela Elinor Loredan (Helen Mirren), a la que sacan de su polvorienta biblioteca para luchar en una guerra que sí es la suya. Y entre ellos se cuela el propio escritor de Corazón de Tinta.

Es cierto que la trama no resulta del todo novedosa (algo similar vimos en La historia interminable o, incluso, en la edulcorada Encantada. La historia de Giselle), pero no es menos cierto que se trata de un cuento que presenta a unos héroes consistentes, que se encuentran con un problema y lo afrontan hasta derrotarlo. Y ése es el mensaje que transmite Corazón de Tinta, la perseverancia, la confianza en uno mismo y en los que le rodean y el placer por la lectura. Literatura dentro del cine, pero con la primera como verdadera protagonista. Sin duda, todo un descubrimiento y una aventura cinematográfica que invita a acercarse al libro. Lo de menos es que la historia resulte previsible. (M. J. Arias)



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