miércoles, 23 de diciembre de 2009

'Avatar', ¿película o videojuego?

Crítica de Avatar.

Vista Avatar, resulta inevitable no posicionarse a favor o en contra de una película que, guste o no (hay de todo) supone un importante avance para el cine en general. Tras más de una década de trabajo, el regreso a la ficción de James Cameron ha supuesto el verdadero espaldarazo que el cine en 3D necesitaba. Porque no se concibe otra forma de ver Avatar que no sea en tres dimensiones. Su fuerza radica precisamente en eso, en la espectacularidad de un mundo virtual recreado para disfrute de los sentidos, aunque después el contenido –y ahí es donde se encuentra el punto flaco de Avatar- no maraville como sí lo hace el envoltorio.

Como le ocurrió a Matrix hace diez años, Avatar despierta odios y pasiones a partes iguales entre quienes se dejan el dinero en una entrada de cine aún demasiado cara como para que el 3D se convierta en la opción mayoritaria. Quienes la defienden a capa y espada argumentan que se trata de una de las películas más visionarias de las últimas décadas, que arriesga y gana, y que se convertirá (si no lo ha hecho ya) en el buque insignia del nuevo cine. Puede que tengan razón, pero el bosque no les deja ver los árboles. Y en esos árboles se encuentra una historia floja en la que se entremezclan demasiados recuerdos cinéfilos y un mensaje que queda oculto por algo tan cotidiano y manido como la historia de amor entre dos de los protagonistas.

La historia es la de Jake Sully (Sam Worthington), un soldado de los Estados Unidos condenado a una silla de ruedas que es reclutado para ocupar el puesto de su fallecido y científico hermano gemelo en un lejano planeta. Allí le será asignado un avatar (una especie de elfo gigante de color azul) que deberá manejar mentalmente y con el que se infiltrará entre los indígenas del planeta para ganarse su confianza y conseguir hacerse con una valiosa materia prima que se esconde bajo su poblado. Sully está decidido a cumplir su misión hasta que Neytiri (Zoe Saldana) le hace cambiar de idea.

El personaje mejor tratado y trabajado de todos los que pueblan Avatar es Pandora, el planeta recreado por Cameron para la ocasión. Sólo él parece haberse llevado el ingenio de unos guionistas y creadores que tanto empeño pusieron en lo visualmente espectacular (léase criaturas maravillosas, montañas flotantes y una frondosa selva) que se olvidaron del resto de protagonistas de la historia. Los malos lo son de libro y los buenos, también. El final se ve venir, apurando, pasados los primeros minutos de película. Cuando llega (despés de más de dos horas y media y 40 minutos de batalla campal), la sensación es la misma que tras haber conseguido sobrevivir a una ardua pelea en un videojuego. Una sensación de alivio, de superación y de descanso. Aunque en esta ocasión, en lugar de soltar el mando, lo que se sueltan son unas gafas de 3D. (M. J. Arias)





2 comentarios:

Cyllan dijo...

La vi ayer y he comentado casi las mismas impresiones que tú. Solo que a mí si me ha gustado como lo que es, entretenimiento. Un inmenso y genial envoltorio para una historia demasiado sencilla y sin profundidad ninguna. Pero sin lugar a dudas, igual que con Matrix, hay un antes y un después de este gran cine espectáculo.

Leti dijo...

La historia es terrible. ¿Qué es: Tarzán, Matrix, Pocahontas, de todo un poco? Podían haber dedicado un poquito más de dinero al guión, lo justo para dejar de diseñar un gusiluz del bosque, y habría salido algo un poco mejor.
Aún así me pareció impresionante visualmente, aunque, para mi gusto, no compensa los 40 minutos de metraje que deberían haber cortado.