martes, 12 de febrero de 2008

Una venganza en do menor

Critica de Sweeney Todd. El barbero diabólico de la calle Fleet.

El rencor no es otra cosa que ese oscuro sentimiento que posee al ser humano en algunos momentos de su vida y que lo convierte en un ser tenebroso y malvado con una sed de venganza insaciable. Así es Sweeney Todd, de profesión barbero diabólico, y protagonista de la última película de Tim Burton. Con Johnny Depp como estrella indiscutible del film que supone su sexta colaboración con Burton, Sweeney Todd es la adaptación a la gran pantalla de un musical de éxito que no ha podido contar con mejores padrinos.

Pese a que su voz no es lo mejor de ellos, los actores pasan con holgura el examen de canto. Sobre todo Depp, a quien le da igual cuál sea el papel que le toque en suerte. Sea un chocolatero estrafalario, un pirata amanerado o un babero de cuchilla fácil, lo suyo es dotar al personaje de una credibilidad pasmosa. Sale airoso de las canciones sin dar el cante en exceso, no como le ocurre a su compañera de reparto, Helena Bohan Carter, quien, pese a interpretar a su personaje a la perfección, deja demasiado al descubierto sus carencias vocales. Algo que no se les puede echar en cara ni a ellos ni al resto del reparto, ya que lo suyo es interpretar guiones (no canciones) y eso lo hacen bien. Mención especial merece el malvado y caprichoso juez, Alan Rickman (el Snape de la saga del niño mago). Que sepan o no cantar es lo de menos.

Pero los actores, notables todos ellos, no son lo único destacable de esta película. Partiendo de una historia trágica (un hombre encarcelado por el capricho de un poderoso juez que quiere arrebatarle a su mujer y a su hija y que vuelve con sed de venganza), Burton crea otro maravilloso cuento para su colección en el que la moraleja no puede faltar. No la contaremos para no desvelar más de lo necesario, pero sí diremos que, al menos, dará una lección de vida a esos adultos y niños (raros, pero niños) que quieran ver la película. La sangre no deja mancha, ya que, pese a su abundancia, no es más que pura anécdota.

El universo Burton cae sobre Sweeney Todd como una bendición. Sólo un cráneo privilegiado como él podía recrear de tal forma una historia tan compleja en su realización. Un Londres tétrico y sucio que acoge entre sus callejones a un asesino sanguinario y a quien la peculiar escenografía burtoniana le viene a la perfección. Un Edmond Dantes a la inglesa, con tintes musicales y mucho más trágico y oscuro que el de Dumas. Precisamente ése es el gran atractivo del personaje. Las pasiones más bajas venganza y celos mueven a la pareja protagonista.

Burton nos tiene acostumbrados a cuentos algo menos complejos y, quizá, más amables. En sus anteriores musicales, en los que se valió del stop motion, tanto Victor Van Dort como Jack Skellington resultaban más cercanos, pese a que este último no dejaba de ser un esqueleto. Sin embargo, Sweeney Todd está a años luz de ellos. La crueldad de otros lo han convertido en un ser perturbado que no parará hasta culminar su venganza. Un monstruo frankesteiniano que necesita cumplir una misión. Su cuchilla vuelve a brillar y esta lista para entrar en acción. (M. J. Arias)

1 comentario:

Leti dijo...

Estoy de acuerdo contigo: los actores están impecables, sobre todo Depp y Alan Rickman; y la genialidad de Burton se deja ver en cada plano. Pero lamentablementa la historia (algo ñoña la parte de los dos jóvenes) y las canciones (bastante repetitivas) no están a la altura.