sábado, 1 de marzo de 2008

Pasiones y engaños en la corte

Crítica de Las hermanas Bolena.

Resulta poco creíble que dos mujeres como Natalie Portman y Scarlett Johansson se peleen por alguien como Eric Bana. Pero así es la historia y el casting de Las hermanas Bolena, una superproducción que ha logrado juntar en pantalla a dos de las más deseadas de Hollywood. Apelativo que en nada desmerece su actuación, La primera, Portman (Anne en la película), se mete en la piel de una fría y calculadora aspirante a reina que está dispuesta a terminar con todo aquel que se interponga entre el Rey y ella. Aunque para ello tenga que arruinar la vida a su propia hermana, Johansson (Mary). La dos son las influyentes hermanas Bolena, quienes, ayudadas por su pérfido tío y su manejable padre, se verán convertidas en mujeres de ida y vuelta para un monarca, Enrique IV (Eric Bana), que desconoce el significado de la palabra fidelidad.

El contexto histórico en el que se mueve esta adaptación cinematográfica de una novela escrita para mujeres es el de la historia de amor y obsesión que llevó a Enrique VIII a romper con la iglesia romana. Y todo para poder divorciarse de su fiel esposa, Catalina de Aragón (Ana Torrent), que no había podido darle un hijo varón. Precisamente ésa es la mayor obsesión del Rey, que, desesperado por no contar con un heredero al trono, lo buscará en el vientre de otras mujeres que no son la legítima. Así concerá a las dos auténticas protagonistas de Las hermanas Bolena.

Con reparto con mucho gancho para la taquilla y una escenografía de lujo, la película no descuida en ningún momento la calidad de las interpretaciones de las dos hermanas. Johansson se convierte en una tierna y atontada joven de alta sociedad que es capaz de sacrificarse y convertirse en la amante del Rey por favorecer a su familia. Su rostro de eterna adolescente y su candidez natural juegan a su favor a la hora de entender porque Enrique VIII cae rendido a sus pies. Sin embargo, ésta perderá el beneplácito de un hombre obsesionado y desagradecido que acaba rozando la locura. Mary representa la ternura; mientras que su hermana, Anne, es la maldad escondida tras un bello rostro. A priori podría parecer extraño que Portman interprete a una malvada hermana, pero no sólo lo hace, sino que resulta creíble. Es más, se convierte en el personaje más creíble de todos.

Portman-Johansson. Johansson-Portman. Un duelo en el que sólo una podía ganar, pero que perdieron las dos. ¿La respueta? En los cines o en los libros de historia. (M. J. Arias).



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