Pagafantas sin remedio

Crítica de Pagafantas.

Con el cine español de capa caída y los responsables del cine lamentándose continuamente de ello, ha salido a la palestra una de las mejores películas que ha dado últimamente el cine dentro y fuera de nuestras fronteras, Pagafantas. Todo un descubrimiento para los amantes del buen humor y el cine sencillo y directo. Una comedia refrescante como les gusta decir a algunos y redonda, como preferimos en Zootropo. Carcajadas del primer al último plano. Algo menos de hora y media de metraje que prometen y dan diversión de la buena basándose en la mejor fuente de inspiración: la realidad.

¿Quién no ha sido o ha conocido alguna vez a un pagafantas? Ese personaje peculiar que pulula por el mundo bailándole el agua al ser amado sabiendo que nunca será correspondido. Suele ser del género masculino, pero las féminas no se libran de caer en las complicadas redes de un estereotípico que todo el mundo evita. Un pagafantas es un ser patético a los ojos del resto del universo, un pobre diablo para sus amigos y familiares y el mejor amigo para el objeto de su deseo, en este caso la argentina Sabrina Garciarena. Así mismo, nunca querrá verse o reconocerse como un espécimen de este tipo, pero quien nace pagafantas muere pagafantas salvo conjunción de los astros.

Ahora, este personaje tan real como la vida misma tiene su propia película gracias al genio de Borja Cobeaga y a la interpretación de Gorka Otxoa. Un binomio director-actor redondo para una comedia nada romántica que se ha convertido en la mejor opción de este verano a la hora de refugiarse del calor en una sala de cine. Quines ya la hayan visto lo entenderán y quienes aún se resistan, que dejen de hacerlo, porque no se arrepentirán. Pagafantas está plagada de gags geniales, nada pueriles, trabajados y cuenta con un guión increíble en el que sólo hay un ‘pero’, una especie de espejismo sensibloide que, por suerte, sólo dura unos minutos. (M. J. Arias)