viernes, 11 de diciembre de 2009

'Buscando a Eric', la pérdida de la identidad

Crítica de Buscando a Eric.

Quizás algunos piensen que Buscando a Eric se aleja en cierta manera de la trayectoria habitual de Ken Loach. Probablemente tengan razón. Pero quizá por eso mismo es por lo que este último trabajo del director británico se acerca a un público más amplio, dándose a sí mismo la posibilidad de satisfacer a los espectadores que habitualmente no comulgan con su forma de entender y hacer cine. Buscando a Eric es una película que nace, eso dice ella misma, de un pase de Eric Cantona. Y, como no podía ser de otra forma, gira entorno a la figura de un actor amateur que fue genio y figura dentro del campo de fútbol y que ahora lo es en la pantalla. No porque sea un gran actor, sino porque el ex del Manchester hace de sí mismo delante de la cámara. Un papel que siempre bordó. Al fin y al cabo, Cantona siempre fue todo un personaje. Que sea digno de una película o no, es el público quien debe juzgarlo.

Eric Bishop (Steve Evets) es un perdedor se mire por donde se mire. Trabaja como cartero. Hace siete años que su segunda mujer lo abandonó dejándole como regalo dos adolescentes por hijastros que no le tienen ningún respeto. Y ahora su hija le ha pedido que se encargue todas las tardes de su nieta. Una tarea que le obligaría tener que ver cada día a su primera esposa, a la que abandonó hace años y con la que la relación no ha sido precisamente fluida.

En medio de tamaña tragedia, Eric pierde un día los papeles y acaba en el hospital tras un accidente de coche. Hundido, empieza a robar costo a uno de sus hijastros para evadirse de su triste realidad. Fruto de esas escapadas comienza a ser visitado en sus ensoñaciones por la última persona que le hizo feliz: su admirado Eric Cantona. Entre calada y calada se forja una estrecha relación de amistad en la que el ex futbolista francés ejerce de maestro zen, proverbios en francés incluidos.

Buscando a Eric gira entorno a la búsqueda de la identidad perdida de un hombre que es incapaz de superar sus problemas por sí solo y que requiere de la ayuda de un amigo imaginario para seguir adelante sin desfallecer. Tal es el grado de complementación entre ambos personajes que el espectador puede llegar a pensar que está ante dos caras de una misma persona. Uno, Bishop, es el yo apocado, deprimente, poca cosa. El otro, Cantona, el ídolo, el superhombre, el alter ego al que todos aspiran.

Una película de personajes en la que las estudiadas dosis de humor que la salpican hacen de Buscando a Eric una historia con cierta chista en lugar del melodrama que vaticina la sinopsis. Loach y Laverty (tan inseparables como los dos Eric de la película) encuentran el equilibrio perfecto entre el drama y el humor llevando a cabo un trabajo poco usual en las carteleras actuales. Una película real hasta cierto punto y que, al final, deja cierto regusto a satisfacción. (M. J. Arias)




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