En toda gala de premios siempre hay ganadores y perdedores y en la de los Oscar la línea pareció marcada a fuego. Triunfó por todo lo alto Slumdog Millionaire, y nos alegramos por ello. Perdió, también por todo lo alto, El curioso caso de Benjamin Button, y lloramos por ello. Pero el cine es así y la Academia de Hollywood ha demostrado una vez más que aún conserva esa capacidad de sorprender que se le daba por perdida. Hubo premios cantados, como el de Kate Winslet , y otros que sorprendieron, como el de Sean Penn. Hubo espectáculo y se hizo historia, como cuando una chica de Alcobendas se convirtió en la primera actriz española en ganar un Oscar. Hablamos de Penélope Cruz, claro. No de Paz Vega y su estelar aparición en The Spirit.
La cantinela más repetida la noche del domingo en el majestuoso Kodak Theatre fue Slumdog Millionaire, una película que ha pasado en poco tiempo de parecer relegada al ostracismo porque no se atrevían a su estreno a convertirse en todo un fenómeno de masas. Con sólo 15 millones de dólares de presupuesto, actores no profesionales y una historia sencilla, Danny Boyle y sus ‘perros de la calle’ han demostrado que aún se puede hacer cine, del bueno, con cuatro perras. Sólo hace falta talento y saber cómo conectar con el público. Precisamente ése ha sido el éxito de Slumdog Millionaire. En tiempos de crisis, el espectador medio acude al cine a evadirse y, a ser posible, a soñar.
¿Qué mejor forma de hacerlo que con la historia adaptada por Simon Beaufoy? Un chico pobre que acude al programa favorito de la chica de la que lleva enamorado toda la vida para poder reencontrarse con ella de nuevo. Una historia de buenos sentimientos, de lucha contra la adversidad y en la que el destino tiene mucho que decir. Lo de menos es si Jamal logra o no ganar los 20 millones de rupias. Para saberlo hay que ver la película, pero no hace falta ir al cine para hacer recuento de todas las estatuillas que conquisto. Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Adaptado, Mejor Montaje, Mejor Fotografía, Mejor Banda Sonora, Mejor Canción Original y mejor Montaje de Sonido. Ocho entotal.
¿Y la interpretación? Pues ahí si que los slumdogs no pudieron rascar nada. No estaban ni nominados. Fueron otros más gallitos los que se pelearon por esos premios. El que menos misterio tuvo fue el de Kate Winslet como Mejor Actriz por The Reader. Tan previsto estaba, que la actriz ni siquiera lloró. Se le secó el lacrimal en los Globos de Oro. La sorpresa estuvo en el Oscar al Mejor Actor. Cuando todo el mundo pinchaba a Mickey Rourke para que se levantara de la silla a recoger el premio, se abrió el sobre y el nombre que se oyó no fue el suyo, sino el de Sean Penn, que adelantó por la derecha al luchador de Aronofsky con su interpretación de político homosexual en Mi nombre es Harvey Milk.
La emoción estuvo en los secundarios. Penélope Cruz hizo historia con su vestido de hace 60 años y se convirtió en la primera actriz española en ganar un Oscar. Y tiene mérito, porque lo hizo gracias a una de las peores películas de Woody Allen, que, además de pegar una patada a la ortografía con el título Vicky Cristina Barcelona, hace aguas por todos lados. El de Pe fue emocionante, pero el más emotivo fue el momento de hacer entrega del Oscar al Mejor Actor Secundario. Silencio sepulcral, lágrimas contenidas y ovación cerrada. Heath Ledger, con su memorable Joker, hizo temblar al honorable público hollywoodiense. Allá donde esté, el actor australiano debe sentirse orgulloso de sí mismo y de su contribución al cine de superhéroes, un género en alza que le debe mucho. El momento de oír el nombre del difunto actor y el homenaje en imágenes al también fallecido Paul Newman fueron los momentos más emotivos de una gala conducida por Huhg Jackman en la que el considerado hombre más sexy del mundo desató su vena más payasa.
Y mientras todo esto ocurría, la decepción se fue apoderando del equipo de El curioso caso de Benjamín Button. Parece que en la Academia no han terminado de entender la maravillosa obra de Fincher y le castigaron con tres premios menores de las trece nominaciones con las que llegó al Kodak Theatre. Dirección Artística, Maquillaje y Efectos Especiales fueron sus trofeos de la noche. Una pena.
Para los más pequeños, no podía ser de otra forma, WALL-E se impuso en la categoría de Mejor Película de Animación a Bolt y Kun Fu Panda. El saber hacer de Pixar obtuvo su premio. Con ellos en el mercado de la animación, poco les queda a los demás. Y el telón cayó, hasta el próximo año, con más cine y esperemos que tan bueno o, incluso, mejor. (M. J. Arias)
martes, 24 de febrero de 2009
Vencedores y vencidos
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