"El autor escribe una novela. Al productor le gusta. Busca un director. Estos hacen lo que quieren con la novela y el autor tiene que quedar agradecido". Ésta es la peculiar visión que Jose Saramago tiene de la relación de un escritor con el cine y que no dudó en regalar a un concurrido auditorio en la rueda de prensa de presentación en Madrid de Blidness, película basada en su libro Ensayo sobre la ceguera y que dirige el brasileño Fernando Meirelles (Ciudad de Dios y El jarfinero fiel). Al escritor parece haberle convencido el resultado de la adaptación, aunque no se privó de decir todo aquello que no le había gustado.
Con un considerable retraso sobre el horario previsto y recostado sobre una amable acompañante, el premio Nobel de literatura eclipsó a los verdaderos protagonistas de la presentación, Meirelles y su último trabajo. Y es que, nada hizo pensar a los agradecidos productores cuando invitaron a Saramago a la presentación que el acto acabaría con un tirón de orejas del escritor al director de la película. El portugués no sólo no declaró abiertamente que estaba satisfecho con el resultado de la adaptación, sino que monopólizó la rueda de prensa (contestó a todas las preguntas, incluso las que no iban dirigidas a él) con la afición a divagar que le caracteriza. Protestó por el título del film, se mostró poco convencido con la elección de Gael García Bernal y reprendió a Meirelles por no consultarle algunos cambios después de haberle dado libertad plena. Paradojas de premio Nobel.
El director reconoció que en el montaje final se suprimieron algunas escenas con frases de la novela por ser "demasiado literarias". "¿Ser literario es un defecto?", se removió en su butaca el octogenario escritor. Pues sí, señor Saramago. Cine y literatura son dos cosas bien distintas. Y lo que en un ámbito funciona a la perfección, en el otro es un auténtico fracaso. La ausencia de párrafos en sus novelas y su estilo ensayístico bien merecen un aplauso del lector, pero llevados a la pantalla pueden ser un auténtico plomo para el espectador.
No es este el caso de Blidness, ya que Meirelles, le guste o no a Saramago, ha sabido traducir con acierto la novela al lenguaje audiovisual. "La película es como un sueño, con imágenes poco precisas", explica el director brasileño, quien, a través de fotogramas difuminados, quemados por la luz y desenfocados intenta introducir al espectador en un mundo donde los protagonistas no ven. "Ha sido difícil porque el punto de vista del personaje no existía", añade.
Pero enfrentamientos amistosos a un lado, lo cierto es que Meirelles le entró por el ojo bueno a Saramago. Reconoce que, después de haber dicho 40 veces que no a una adaptación de Ensayo sobre la ceguera, un día aparecieron dos señores en su casa, le cayeron simpáticos y les dijo que sí. Así es el escritos portugués, un hombre que se mueve por "simpatías y antipatías" y que después de ver el resultado de Blidness deja la puerta abierta a más adaptaciones. "El hombre duplicado nació para ser adaptado al cine", asegura. Quién entiende a Saramago. (M. J. Arias)
martes, 3 de marzo de 2009
De defectos literarios y exigencias del guión
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