Crítica de Tetro, de Francis Ford Coppola.
Francis Ford Coppola es un maestro del cine, un genio, un demiurgo capacitado para hacer obras maestras como El Padrino o Apocalypse Now. Todo esto es incuestionable, pero, como todos los grandes, el maestro Coppola también tiene sus días negros. Es humano. Y con Tetro lo ha demostrado. El último trabajo de este director estadounidense no cuaja. No porque la historia no sea buena, que lo es. No porque no se hayan cuidado los detalles, que se ha hecho. El problema de Tetro es que no transmite nada. El calor de los sentimientos de los personajes se pierde en la frialdad de una película que ha buscado la perfección con tanto empeño que ha caído en lo forzado.
Tetro tiene mucho y nada de Coppola. Es un proyecto muy personal, de poco presupuesto, en el que se ha implicado al máximo. Dirección, producción y guión han sido cosa suya. Un hombre orquesta que ha querido controlar demasiado. Los planos, las secuencias, las escenas… están tan sumamente cuidadas que parecen cuadros en blanco y negro, fotografías que no transmiten. Los personajes entran en un ambiente perfecto, creado para ellos, recitan sus frases y vuelven a salir sin más. Sin transmitir emoción alguna. Y en el cine, por muy bien hecha que esté una película, si ésta no conecta con el público, no hace sentir al espectador, es porque algo falla. Y eso es de lo que adolece Tetro, de haber intentado buscar la perfección y haber caído en la pantomima.
Y en medio de todo ese despliegue de medios visuales (el presente rodado en blanco y negro y los recuerdos en color), un trío de actores que protagonizan la historia de la familia Tetrocini, un clan con un oscuro secreto que se irá desvelando poco a poco, como la margarita que se deshoja con mucho cuidado sin llegar a ninguna parte. Porque dónde llegan los protagonistas después de dos horas y cuarto de metraje, cualquier espectador medianamente avezado estará esperándoles una hora antes.
El protagonista, Tetro, es Vicente Gallo, genio torturado, escritor sin obra, salido de las mismísima Colifata (si, el psiquiátrico aquel que popularizó una marca de bebida). La réplica se la da una digna Maribel Verdú que lo mismo habla en inglés que en español y que ejerce de muro de contención entre su novio y el hermano de éste, Bennie (el jovencísimo Alden Ehrenreich). Un trío trágico para descubrir el oscuro secreto de la familia Tetrocini, de la que Tetro, antes Angelo, reniega y con la que cortó hace años pero a la que la llegada de su hermano le obliga a volver a escuchar. Y entre medias de todos ellos, no se sabe muy bien cómo ni porqué, aparece Carmen Maura. Su personaje, la crítica literaria Alone, aún está buscando dónde encajar con el resto. (M. J. Arias)
miércoles, 10 de junio de 2009
'Tetro' o la tragedia según Coppola
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