domingo, 9 de marzo de 2008

España votó en blanco

Digan lo que digan los sesudos expertos, lo de ayer de Eurovisión fue un perfectamente alevoso y serio voto de protesta. El choteo general que ha supuesto que la canción elegida sea fantasma -no el tipo, que como actor no tiene precio- es en realidad un enérgico grito contra un festival rancio y pasado de moda.

El orden establecido al que Eurovisión se había aferrado como una garrapata configuraba una falsa realidad europea en la que We are the world, que diría el honorable Jules, podría llegar a ser la música de cabecera. Siempre se votó igual, siempre se evitó enviar buen género, por aquello de no tener que organizar la fiesta.

Siempre se supo que, en realidad, aquello era un cúmulo de buenas intenciones en el que quizá los paises novatos eran los únicos que se lo tomaban a pecho. Por aquello de ser popular en el instituto. Pero ayer, la única persona a la que daban ganas de abrazar como a Mimosín era el señor Uribarri.

Seguramente, con todo lo que ha vivido, no daba crédito a que la 'conjura myspecera' se hubiera apoderado de un certamen que él tiene como a un hijo televisivo. Normal. "Es una broma de internet", decía al principio sobre Chikilicuatre, una "broma" no muy diferente a la de nuestras últimas representaciones, a saber, Las Ketchup, D'Nash, etc.

Experimentos

Ayer, la mejor canción era La revolución sexual, de La casa azul, y la mejor voz la de la favorita del 'lobby eurofan', Coral -pena de tema y de coreografía lamentable-. Y se acabó, porque el resto de participantes podrían haberse quedado en casa (bueno, Lorena C, a los que tengo simpatía, eran de los más cuerdos del momento).

TVE quería montarla, quería espectáculo, quería experimentar, y tanto a ella como a otro experimentador, el genial Buenafuente, se les ha ido la cosa de las manos. Elegir a Rafaella Carrá como presentadora ya formaba parte del 'perdidos al río', e incluso llamar a los de Muchachada Nui, que se pasaron de surrealistas.

Ahora toca ir a Belgrado, y defender lo que nadie antes defendió -¿o es que alguna vez alguien se sintió representado?-. Eso sí, Eurovisión está salvado y bien salvado, porque por lo menos en España, si es que la UER no mete mano, lo verá todo el mundo palomitas en mano. Y sin hacer zapping.

La lenta agonía

La desdramatización de una utópica fantasía continental es lo mejor que nos ha podido pasar en mucho tiempo. Otros lo intentaron antes, como Dana International o Lordi. Pero ahora la culpa la ha tenido el marketing viral, la sociedad de la información. La conspiración judeomasónica para subir la audiencia ha funcionado.

Era eso o desaparecer. Y es que, aunque lo negaran, la mayoría de la gente sentiría nostalgia si viera desvanecerse un día a Eurovisión. Pero mucho me temo que este año ha sido el comienzo de una lenta agonía. Y yo que estaba convencida de que un golpe de mano de la pública haría que el tupé se despeinase... Pudo ser peor.

1 comentario:

oligoqueto dijo...

Lo siento Doris, pero no estoy de acuerdo.
Lo de Eurovision de este año no tiene tanto que ver con un voto de protesta (porque a quién no le gusta Eurovisión directamente se la sopla quién va y ni mucho menos se gasta un duro en enviar un SMS) como la movilización de las masas gracias a la publicidad masiva de una broma.

Una broma que, en realidad, dejó de ser graciosa cuando dejó de ser una broma y empezó a ser tomada demasiado en serio por sus creadores. Y eso pasó no tanto por humor, por seguir la gracia, como porque vieron un filón publicitario estupendo, fue solo por puro negocio.

La gente que ha votado lo ha hecho solo porque el Chiki Chiki es entretenido, porque es una parodia divertida, porque es gracioso hacer una gamberrada de vez en cuando. Pero no hay ninguna convicción contra el certamen detrás, simplemente borreguismo bien manipulado.

Y es una pena, porque con el sistema abierto de este año las posibilidades eran mayores, se podría haber escogido algo al menos diferente. Pero con el resultado obtenido, a ver quien es el guapo que organiza el año que viene una selección parecida, sabiendo que el gran beneficio publicitario se lo puede llevar otra cadena...