lunes, 16 de junio de 2008

Un viaje hacia el conocimiento

Crítica de La vida sin Grace.

John Cusack es uno de esos pocos actores de raza a quienes aún les quedan cosas dentro que dar y así lo demuestra en La vida sin Grace. Parece que, a sus 42 años, este actor de Illinois atraviesa uno de sus mejores momentos profesionales. Con 1408 y El niño de Marte aún recientes en nuestras retinas y un montón de proyectos aún por estrenar, se mete de nuevo en el papel de un hombre maduro que tiene que criar sólo a sus hijos (hijas en este caso). Pero esta vez, en La vida sin Grace, el papel que le ha tocado no es tan amable como en su pelea con aquel niño que creía se marciano.

Stanley Philipps acaba de perder a su mujer en la guerra de Irak y no sabe cómo decírselo a sus hijas. Se siente perdido, desorientado y piensa que él era el que tenía que haber muerto en el campo de batalla y no su esposa. Pero no ha sido así y ahora se enfrenta a la difícil tarea de contarle a dos niñas pequeñas que no volverán a ver a su madre. Para prepararlas para el golpe decide emprender un viaje hacia un parque de atracciones. Quiere que antes de mutilar su infancia puedan vivir un gran momento de felicidad. Pero el viaje hacia el destino soñado no sólo será un viaje de compensación, sino que servirá para estrechar lazos y para que padre e hijas se conozcan.

La vida sin Grace es una película de actor, JohnCusack, quien, parapetado tras unas enormes gafas, abandona sus característicos ticks cómicos para emocionar. Pero Stanley no es sólo un hombre que ha perdido a su mujer. Su personaje representa a todas aquellas familias de soldados que han perdido a alguien, ya sea en Irak, en Afganistán o en cualquier otro país alejado de los suyos. La de James C. Strouse es una visión profunda del proceso que una familia debe atravesar cuando un alto mando del ejército y un capellán llaman a su puerta para decirles que ese hijo, marido, novio al que tanto querían no volverá nunca a casa. Una crítica a la guerra y a sus consecuencias, pero también un viaje hacia la relación padre-hijas del que el espectador es partícipe. (M. J. Arias)

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